Las lluvias invernales y de los inicios de esta primavera han colmado de agua y hecho rebosar a las 15 lagunas que forman el parque natural de las Lagunas de Ruidera, configurando un paisaje que, si es bonito en cualquier época de año, este mes de mayo, con la naturaleza en pleno apogeo, merece una visita. Una sinfonía de colores y reflejos acompasados por el sonido de la corriente de agua que forma cascadas y saltos entre una laguna y la siguiente y el trino de las aves que han regresado de su invierno africano.
Un paisaje verde, natural y protegido, en el límite entre las provincias de Albacete y Ciudad Real, en el que las horas de sol van calentando poco a poco el agua y las actividades acuáticas se van convirtiendo en protagonistas: kayak, vela, piragüismo, buceo, pesca en algunas lagunas… (organizadas por empresas de ocio y tiempo libre que trabajan en la zona), sin menospreciar la gran variedad de actividades deportivas y al aire libre que se pueden hacer en el entorno: senderismo, rutas en mountain bike o 4 x 4, avistamiento de aguas, epeleología, etc. Es decir, un lugar idóneo para disfrutar en pareja o en familia de un fin de semana o una escapada en un entorno totalmente natural.
Además del paisaje de las lagunas, merece la pena acercarse a ver los pueblos de los alrededores, de encantador sabor manchego (degustando su tradicional gastronomía), y otros interesantes puntos como pueden ser el castillo de Rochafria, junto al río Alarconcillo, poco antes de su desembocadra en la laguna San Pedra, o la cueva de Montesinos, una pequeña kárstica de unos 80 m de profundidad, en el camino de Ossa de Montiel hacia las Lagunas, en cuyas profundidades Miguel de Cervantes situó el más famoso encantamiento de la historia de la literatura en El Quijote, convirtiendo a la dama Ruidera y sus hijas en río y lagunas.
