En plenas fiestas de primavera, la ciudad de Murcia celebra este próximo miércoles 23 de abril el VI Día del Pastel de Carne, una degustación popular que se consolida como un homenaje al producto estrella de la gastronomía murciana.
La celebración, que tiene lugar un día después de la fiesta murciana por antonomasia –el Bando de la Huerta–, convoca cada año a miles de vecinos y turistas, atraídos por estos deliciosos manjares elaborados por expertos profesionales y maestros del Gremio de Pasteleros. La cita será a partir de las 20 horas, en la plaza de Belluga, en la que se repartirán gratuitamente 10.000 pasteles de carne y otros tantos litros de cerveza. En esta sexta edición, con un cartel oficial alegórico del pastel de carne, obra del pintor murciano Pedro Serna, la fiesta presenta como novedades un concurso para encontrar el ‘Mejor Pastel 2014’, en el que pueden participar los profesionales que lo deseen, y un taller gratuito de elaboración de pasteles, impartido por maestros pasteleros de la ciudad.
Receta autóctona
Con importantes raíces árabes, el pastel de carne murciano es una receta autóctona de Murcia que, además de por su sabor, destaca porque aporta los valores nutricionales de una comida completa. Debajo de su característica tapa hecha con círculos de hojaldre en espiral, se encuentra un relleno a base, principalmente, de ternera, jamón, chorizo, tomate, pimientos verdes y huevos duros. También existen variedades especiales que incorporan al relleno básico ingredientes como sesos de cordero o morcilla.
El Día del Pastel de Carne viene a ensalzar el producto más típico de Murcia y su huerta, que se puede comprar en numerosas pastelerías y confiterías y que siempre acompaña a los murcianos en sus celebraciones: desde las fiestas locales más populares hasta reuniones familiares y encuentros con amigos. Como curiosidad que refleja la importancia del consumo este plato, presente en la mesa murciana desde hace siglos, citar que ya en 1695 estaba regulado mediante una ordenanza que establecía las cantidades correctas y la calidad que debían tener las materias primas (sobre todo carne y harina), y que incluso imponía multas y penas de destierro a los pasteleros que no cumplieran la norma.
