Buenas vibraciones y objetivos conseguidos pese a que la 55 Acampada Nacional, celebrada los pasados 23-31 de marzo en el extraordinario marco del madrileño camping el Escorial, se bañó en crisis… y en el agua de una persistente lluvia que afortunadamente dio tregua el jueves 28 de marzo, día de la inauguración oficial tras el tradicional y vistoso desfile de los clubes participantes, y respetó la jornada de clausura (sábado 30).
La 55 Acampada Nacional arrojó el siguiente balance: 859 participantes (adultos, jóvenes y niños), pertenecientes a 47 clubes (en representación de todas las CCAA, excepto Navarra, Canarias, Ceuta y Melilla) y totalizando 354 instalaciones (229 caravanas, 121 autocaravanas, un remolque-tienda y otras tres instalaciones). No obstante, pese a la crisis y a los imponderables se alcanzaron los objetivos perseguidos: el campismo federado no dio la espalda a la Acampada Nacional y respaldó el espíritu de solaridad y confraternización que caracteriza a sus clubes y asociados.
JORNADA INAUGURAL
Más tarde intervino el presidente del CCC Galicia Vigo, presidente del comité organizador y vicepresidente de la FECC, Tito Janeiro, quien comentó: «Dicen que la lluvia es arte, que es buena… ¡Pero más buenos sois vosotros por estar aquí!» Y a continuación tomó la palabra el presidente de la FECC, José Vicente Clemente, declarando oficialmente inaugurada la 55 Acampada Nacional, agradeciendo la buena voluntad de todos los participantes y felicitando al CCC Galicia Vigo por la estupenda organización. Más tarde intervinieron el presidente de la FICC, el portugués Joao Alves Pereira («es un placer: estar aquí es como estar en casa», dijo), y el presidente de la Federación Portuguesa de Campismo, Joao Queiroz.
CONVIVENCIA CAMPISTA
Como de costumbre, los asistentes al máximo evento del campismo federado español, la Acampada Nacional, un año más hicieron gala de confraternidad y convivencia (auténticos pilares, junto a la solidaridad, de este formidable núcleo campista), participando en juegos, degustaciones (en las que, como es habitual, se formaron largas colas), bailes, fuegos de campamento, etc. Hasta la siempre emotiva clausura, el sábado 30, fue un acto de ensalzamiento a la confraternización y a la convivencia campistas.